Lo primero que hicimos bajando del autobús fue preguntar por el transporte urbano hacia el centro, y justo afuera de la CAXA (Central de autobuses de Xalapa) había una parada, más de dos se dirigen al palacio municipal a unos 10 minutos así que ahí descendimos para caminar sólo unas cuadras hacia la casa de huéspedes Mariquinta “su estancia en un monumento del siglo XVIII” y además de ser un lugar muy agradable francamente resultó bastante accesible, por noche fueron como 240 pesos, en un hostal con opción de habitación doble privada el costo era de 220 pesos por ejemplo, y compartida 120 y eso sin mencionar que la quinta cuenta con un comedor muy completo y que puedes conectar un ruidoso pero efectivo frigobar en tu habitación. Francamente el lugar es en si un paseo grato y si les gusta la pintura es un mini paraíso con plantas hermosas y 4 grandes muros con repisas llenas de arte, una al menos es todo un librero con colecciones enteras de pintura europea y mexicana, también hay algo sobre fotografía y muchas pinturas y figuras varias…ahora recuerdo que a un costado de la Mariquinta hay incluso una galería “ María Isabel” …no la visité pero sin duda debí hacerlo… en fin, es una buena opción para hospedaje. Ah! Además a unos pasos de la casa se encuentra El submarino, cafentina de la que tengo que extenderme en descripción y gratitud más adelante.
El día 1 en Xalapa empezó dos veces, primero llegando al centro de la ciudad y abordando casi al mismo tiempo un tranvía turístico que por 40 pesos nos mantendría entretenidos 45 minutos y es que necesitábamos hacer tiempo para poder ocupar la habitación de la quinta, que estaba llena, el recorrido fue bueno a secas, se trata de esos típicos paseos donde te cuentan más de los lugares que no verás desde ahí de lo que sí te van a mostrar, pero sirven torito de cajeta y galletas y el día estaba soleado, no sabíamos entonces que lo extrañaríamos los días siguientes. El torito es una bebida típica de la región y hay de varios sabores y 12% de alcohol, Carla trajo consigo un par de botellas. Otra parte memorable del primer comienzo del día uno fueron las picadas de pollo que nos sirvieron en el comedor Irma, cocina económica de buen sazón y rica salsa verde, está ubicada en la esquina antes de llegar a la Mariquinta por la calle Alfaro.
Para el segundo comienzo el viernes ya se había nublado y eran las 7 u 8 pm, mis compañeros de viaje estaban exhaustos así que el primer recorrido sin maletas y acicalados fue a buscar pan para el desayuno y para cenar algo; el pan regional es bueno en general pero hay un lugar que se precia de tener el mejor: Xico, a 20 kilómetros de Xalapa (pero hay muchas tienditas en la capital que dicen: Pan de Xico ;)) para quienes prefieren un equivalente a El Globo o Super Cream está Dauzon, hay una en cada cuadra al parecer y son muy veracruzanas, igual que el supermercado Chedraui, del Sr. Chedraui (quien tiene una casa con hípico y que según el taxista que nos la mostró el terreno es tan grande que la vista se pierde en el horizonte).
La noche estaba nublada pues, llovía a ratos o según estuviéramos en lo alto o bajo de una de las empinadas calles adoquinadas. El parque Juárez, en el mero centro nos dio una buena bienvenida, pudimos reparar en lo cierto que es aquello de que es Xalapa “ La Ciudad de las Flores” y de que se trata de personas peculiares, serias pero amables, muy en su trip.
Ávidos de un brebaje reparador nos dispusimos a ir más allá de las probaditas de cortesía con un torito en las rocas, en El Submarino sirven uno por 15 pesos y es buenísimo, Carla que aún no se animaba a culturizarse más pidió una cerveza Montejo de 20 pesos, en la peculiar cafentina también sirven palomitas como botana e incluso hay una breve y pastosa lista de platillos como sapguetis y pizzas pequeñas de 10 pesos, definitivamente no es un lugar para comer pero siempre es bueno saber dónde y a cómo ¿no?.
La autodenominada cafentina era antes una pulquería según cuentan, tiene pintas de graffiti por fuera y algunos anuncios como “barra libre para el gobernador, el alcalde, el peje y marcos”, pero a la vez prohíben entrada a corruptos y delincuentes… pero lo que importa es la intención y parecen personas de buenas intenciones porque también le dieron un espacio en su pared a algunas recomendaciones sobre lugares en la ciudad -entre bares y restaurantes- que habría que visitar, como La oveja negra, La chiva y La muerte chiquita –nos apresuramos a conocer al menos las primeras dos recomendaciones el último día-.
El ambiente de El Submarino es muy juvenil y oscuro, la música es buena: Beatles, The Cranberries, Joaquín Sabina (varias seguidas de Sabina!), Vicentico, Bunbury, Nirvana etc. Ahí estuvimos un buen rato el viernes y el lunes así que pudimos observar distintos comportamientos: la primer noche del fin de semana sirve de encuentro para jóvenes xalapeños prendidos y en ambiente que gustan de la caguama como centro de mesa y los ambientes oscuros.
El lunes era distinto, éramos sólo nosotros tres, los dos chicos que atendían, 3 amigos de los chicos que atendían y un par de señores que cuando llegamos nosotros seguro ya tenían un buen rato ahí, bebían mojitos y estaban muy borrachos, luego un trío de estudiantes de medicina llegaron y pidieron mojitos también, ellos estaba muy sobrios aún cuando tuvimos que partir pero se veían muy contentos en sus batas blancas y con ron en mano.
Volvemos al viernes, se terminaba saliendo del submarino, y contra todos los pronósticos pudimos dormir apaciblemente -otra vez- hasta el día siguiente.
El sábado asistimos a una expo de orquídeas en el vecino municipio de Coatepec, está a unos minutos de Xalapa y con un pasaje de 7 pesos, como si fuera urbano, los autobuses pasan a un par de cuadras de la avenida Xalapa. Coatepec presume su café como Xalapa sus flores, mi compañera de viaje y cafetera a morir compró un par de mezclas muy buenas, la de exportación y la mezcla de la casa en La Estación. Según un restaurante coatepeño llamado “Los arcos de Belen” el mole es su hit, entonces comimos unos chilaquiles de mole y unas enchiladas suizas – con mole- muy buenas, de un tamaño justo por menos de 50 pesos para cada quien contando una jarra de agua de fruta, el restaurante está ubicado frente a la plaza principal, donde por cierto había en cada lado distintos puestos ambulantes según el antojo: esquites (deliciosos), churros (buenos) nieves y hot dogs (¿ya mencioné que abundan los puestos de hochos y no de tacos?).
Al regreso a Xalapa nos llamó la atención un museo del transporte, tenía aviones y vagones de tren en su exposición montada en parte en un amplio jardín, para variar.
En la ciudad optamos por ir palomeando parques de la gran lista y empezamos con Los tecajetes, que bello lugar, una cápsula verde en la avenida Manuel Ávila Camacho, parecerá extraño hablar de helechos raros, árboles e-nor-mes y áreas de descanso de verdad tentadoras pero hay que estar ahí y respirar hondo para no querer salir en un buen rato.
Por la noche cenamos unos tacos al pastor, en unos de los pocos puestos de tacos por cierto, muy buenos ¡y a quince pesos la orden de 5!, (casi enfrente de Sears) pero como nuestro ánimo era un tanto antropológico- gastronómico también probamos los hot dogs, y es que de esos si hay muchos, no estaba mal, los sirven con trocitos de piña más queso y cebolla a la plancha, esos valen 16 pesos.
El domingo y penúltimo día optamos por subir el cerro de Macuiltepec donde hay una torre con mirador desde donde ni el esfuerzo considerable de subir nos valió ver el Pico de Orizaba y el Cofre de Perote ya que seguía nublado, no obstante es un buen paseo y hay talleres de origami la torre Mirador, un museo de la fauna y la vegetación es exuberante y muy variada conforme uno va subiendo el kilómetro y medio (hay atajos…a través de escaleras).
Tuvimos suerte y ese mismo día en el Teatro del Estado pudimos ser parte del nutrido público de la orquesta juvenil de Xalapa, ojala los chavos tengan presentaciones muy frecuentes para que puedan entrar a la sala “Emilio Carballido” a escucharlos un amable –y serio- xalapeño que tenga cortesías de más les regalará boletos en la entrada.
La plaza Juárez ese día también estaba de cortesía y el sonido de banda de guerra –era 21 de marzo- nos hizo quedarnos a ver como izaban la bandera en honor a don Benito Juárez, sí, en serio.
Nuestro hallazgo gastronómico del día fue en el restaurante de comida italiana Postodoro, recomendación de la Mariquinta, su fachada estaba en remodelación pero no fue muy difícil dar con el, también está en la zona centro, calle Primo Verdad se llama. Las pastas son de un sabor y consistencia notable, las pizzas de tipo rústico son realmente buenas y el precio no te quitará el buen sabor de boca. Deben probar la sangría por mí que me dejé influenciar por mis poco aventurados compañeros y bebí cerveza pese a la muda recomendación de varios vasos en distintas mesas sobre las cuales el vino preparado parecía ser parte muy importante del festín de sabores, el lugar estaba lleno además y tiene un jardín central como para no tener prisa.
El domingo conocimos el Jardín de las esculturas (como tienen foros de expresión los xalapeños!, mis compañeros de viaje bromeaban entre sí sobre las pláticas trascendentales que se escuchaban en cualquier café de los muchos que hay y se lamentaban de las pocas cantinas que habían encontrado).
Las esculturas dispersas en una gran extensión verde para y bella para variar lucía demasiado tranquila -casi de miedo- había un par de cosas interesantes, ¡ah! y la gira de documentales Ambulante en uno de sus salones, en otro había una exposición interesante de una hojas en barro. A unos pasos del Jardín de las Esculturas está el Museo Interactivo de Xalapa, algo así como Papalote Museo del Niño para veracruzanos con todo y megapantalla Imax. Y cruzando la avenida un gran mercado de flores al cuidado de la Sagarpa ofrece miles de plantas saludables y económicas, hay desde carnívoras hasta orquídeas y cactus increíbles.
El lunes Xalapa nos regaló un paisaje despejado y optamos por tomar un taxi hasta donde fuera claro el pico de Orizaba y así fue, lo vimos, lo fotografiamos y salió minúsculo pero lo hicimos, y fue entonces que conocimos la casa del Sr. Chedraui por cierto, pero no repitan esta hazaña en un día despejado y mejor sorpréndanse con el añadido en el paisaje de la plaza Juárez.
El disponernos a conocer el Museo de Antropología en lunes (día en que los museos suelen estar cerrados en todas partes) fue un buen motivo para palomear otro parque de la lista, el de Los lagos, cerca del concurrido barrio de Xallitic.
El Parque de los Berros lo vimos desde el paseo guiado del viernes, es un parque repleto de árboles altísimos y muy antiguo, como los callejones de alrededor con leyendas incluidas, todas son violentas y pasionales. Para las compras de souvenirs hindúes y locales artesanos y comerciantes se concentran a una cuadra de la Catedral, la callecita para peatones también tiene una leyenda y se puede leer en un muro una breve historia de infidelidad y un anillo de diamante delator y que también sirvió para darle nombre al “Callejón del Diamante” .
El lunes y último día en la ciudad de las flores nos dispusimos a dar una última caminata, comprar botellas de toritos y comer en un buffet de 37 pesos en “El café chiquito”, aceptable.
Un impulso de nostalgia adelantada y sentimiento de quien se merece un premio después de los intensos recorridos y los muchos escalones hacia arriba nos llevó a buscar los bares recomendados -y que no abrieron el domingo-, así que en La Oveja Negra degustamos de un buen mojito (15 pesos) y una cerveza (15 pesos) y en La Chiva otras victorias fueron nuestras por 17 pesos, también ofrecían caguamas para grupos más numerosos o más sedientos, nosotros temíamos que no nos dejaran abordar el autobús y además faltaba regresar a El submarino y a los tacos al pastor en promoción que se volvieron más que necesarios después del último torito en las rocas.
Nuestra estancia fue en general muy agradable, regresaríamos sólo con más tiempo de poder decidir entre los toritos o los mojitos y porque por supuesto nos faltaron muchos parques y restaurantes veracruzanos, italianos, árabes y cubanos por conocer.
Conceptos básicos. La espera. Lapso de tiempo entre un suceso cualquiera y otro deseado, las horas pueden ser templadas y de colores pastel cuando uno viaja y tiene estancias placenteras en lugares extraños -y también en los que son familiares por qué no-; uno espera que el día sea suficiente para las ambiciones del itinerario o que por el contrario las horas pasen rápido para irse al hotel a dormir, ver la tv, quitarse los zapatos nada más o mejor aún toda la ropa (y estando en compañía mejor aún)…pero el caso es que las esperas en los viajes son distintas a los ratos en las filas de los bancos o a las juntas del trabajo y ni que decir de las horas entre el primer café y la hora de la salida cuando la jornada no es divertida y no podemos recordar ningún color.
;)
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